Pérdida y caída de la Educación Pública porteña
Cabría preguntarse qué pierde la Educación de gestión pública en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, luego de 14 años de estar gobernada por el macrismo, o más bien, qué es aquello que dejan que se pierda de manera consciente y aún deliberada, cual remanente propio de las prácticas de la eficiencia empresarial y mercantilista.
Tal vez no consideren una pérdida, unos cien niños, niñas y adolescentes que se desvincularon de la escuela en la pandemia, quienes para la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, “seguramente estarán perdidos en los pasillos de una villa o cayeron en actividades de narcotráfico”. De hecho no serían merecedores de más atención porque “ya es tarde” para ellos.
Hacer tales afirmaciones, asegurando, además que cuentan con las bases de datos y la información suficiente como para contactarlas/os resulta una actitud perversa que remite al descarte, propio del manual del neoliberalismo.
Parece que la responsabilidad de la falta de oportunidades es de las y los excluidos y no del Estado. La ministra Acuña desconoce que la Ley de Educación Nacional N° 26.206, instauró la educación obligatoria hasta la finalización del nivel secundario, lo que conlleva que debe realizar los mayores esfuerzos para garantizarla. Aún más grave es que parece no reconocer a la educación como derecho constitucional por el que tiene la obligación de velar desde su lugar de funcionaria.
La actitud de la Sra Acuña da cuenta de su ajenidad respecto de la tarea docente y sus procesos, demostrando que su formación profesional y su ideología desvirtúan los principales lineamientos en los que se sustenta el Sistema Educativo de gestión pública, que debe sostener que nunca es tarde para estudiar, que nunca es tarde para acercarse a una escuela.
Se devela, además, la naturalización de la discriminación hacia los sectores populares ante la falta de iniciativa para encarar abordajes integrales con el Consejo de Derechos de Niñas, Niñas y Adolescentes a partir del diagnóstico situacional al que hace referencia y su negativa intencionada, obstaculizando la articulación con el Ministerio de Educación de la Nación a fin de ofrecer conectividad y/u otras estrategias de inclusión.
Quienes valoramos la educación de gestión pública, quienes militamos la justicia social, entendemos que esas chicas y esos chicos son las y los que debemos buscar, encontrar y revincular con la escuela. Nunca es tarde. La pérdida las y los chicos en su trayectoria educativa es la pérdida propia de una política pública meritocrática y estigmatizante. No queremos ni podemos perder a nadie más.
La escuela pública también es con todos y todas.