Día Mundial de la Diabetes: las claves para vivir mejor y cómo cuidar el corazón
La enfermedad eleva hasta tres veces las posibilidades de sufrir patologías cardiovasculares como infartos, ACV y arritmias. Sin embargo, con un control adecuado, es posible anular este riesgo adicional y llevar una vida saludable. Consejos de alimentación, el valor del trabajo multidisciplinario y el rol que cumplen las enfermeras educadoras.
La diabetes es una de las grandes epidemias de la vida moderna. Su prevalencia crece a pasos agigantados a nivel global y en la Argentina se estima que afecta a uno de cada 10 mayores de 18 años. Por sus características, puede condicionar y mucho el día a día de quienes la tienen. Pero en los últimos años, como contrapartida, el mayor conocimiento de la enfermedad abrió nuevos caminos. Hoy es posible armar un plan efectivo para controlarla, con el objetivo de que los pacientes tengan una mejor calidad de vida.
“La diabetes requiere un abordaje multidisciplinario en el que tienen un rol clave el médico clínico y el especialista en diabetes, pero también los expertos en nutrición, cardiología y nefrología forman parte del cuidado de estos pacientes”, explica el doctor Hugo Sanabria (MN 98220), jefe del Programa de Prevención Cardiovascular del ICBA Instituto Cardiovascular. A esto se suma el trabajo de la enfermera educadora, quien acompaña cada caso, brindando asesoramiento para lograr una mayor adherencia a los tratamientos.
El experto detalla que los pacientes con diabetes tienen un riesgo dos o tres veces mayor que la población general de desarrollar diferentes patologías cardiovasculares, como por ejemplo el infarto agudo de miocardio, el accidente cerebrovascular y la arteriopatía periférica, es decir, las lesiones de las arterias que irrigan las piernas. También presentan un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca y de arritmias como la fibrilación auricular.
“Ahora, la probabilidad de sufrir eventos cardiovasculares puede ser igual a la población general si nuestros pacientes con diabetes tienen un adecuado control de sus valores de glucemia, logran tener un peso saludable con un plan alimentario y actividad física, si controlan la presión arterial y sus niveles de colesterol, si no fuman y tienen además protección de sus órganos como el riñón. Es decir, que todo ese riesgo incrementado que aporta la diabetes se anula si los pacientes están bien controlados”, suma el doctor Sanabria, en el marco del Día Mundial de la Diabetes, que se conmemora este jueves 14 de noviembre con el objetivo de generar conciencia sobre el impacto de la enfermedad y difundir información que sea de utilidad para impulsar un mayor control.
Señales de alerta y controles cardiológicos
La diabetes es una patología crónica, que se caracteriza por presentar niveles altos de azúcar en sangre por trastornos en la acción o producción de insulina, que puede generar complicaciones en diversos órganos. A nivel global, afecta a 450 millones de personas y lo más preocupantes es que la cifra está en aumento: se proyecta que podría crecer un 50% en los próximos 25 años. A pesar de que acompaña a los pacientes a lo largo de la vida, 4 de cada 10 argentinos que la padecen no lo saben, según datos del Ministerio de Salud de la Nación.
Por eso hay que prestar atención a las señales de alerta de los trastornos cardiovasculares incluso antes de tener sospecha de la enfermedad. El doctor Sanabria explica que hay síntomas que son comunes a toda la población que pueden sugerir la presencia de complicaciones cardiovascular como Por ejemplo el dolor de pecho, la falta de aire, las palpitaciones y los desmayos. “Los pacientes con diabetes pueden presentar otros síntomas que son secundarios a un mal control glucémico, como por ejemplo una sed mucho mayor, una diuresis muy incrementada, pérdida de peso inexplicable y cansancio. Todos estos síntomas si se asocian a valores de glucemia muy elevados, sobre todo por mucho tiempo, pueden estar marcando un signo de descompensación metabólica”.
Además, agrega, “hay pacientes que utilizan insulina o algunos fármacos que pueden generar descensos bruscos de la glucemia (hipoglucemia), que requieren un tratamiento apropiado. En estos casos pueden presentar síntomas variados como temblor, palpitación, sudoración o somnolencia. Inclusive si el descenso es muy importante hasta puede producirse una pérdida de conocimiento secundario a hipoglucemia”.
Los controles habituales de una persona con diabetes incluyen análisis de sangre y de glucemia, control de la retina con un fondo de ojos y evaluación del pie para detectar posibles complicaciones. Con respecto a los chequeos cardiológicos, todo parte de un correcto interrogatorio y examen físico. Luego el electrocardiogramapermite detectar algunos trastornos del ritmo y habitualmente se complementa con un ecocardiograma doppler color.
“Así podemos evaluar cómo están las cavidades cardíacas, sus válvulas, sus paredes cardíacas, cómo funciona básicamente en forma global el corazón. Luego, a partir de ese chequeo inicial, muchas veces se complementan con otros estudios, como por ejemplo valoración de las arterias por ecografía, por ultrasonido, para ver si hay presencia de placas de ateroma en las paredes de las arterias. También hay estudios que determinan si hay zonas del corazón que no se irrigan adecuadamente, como por ejemplo la ergometría o estudios de esfuerzo, con los que podemos saber cómo se comporta el corazón ante una exigencia física”, detalla Sanabria.
Consejos para una buena alimentación
La nutrición es un pilar en el control de la diabetes. Los pacientes deben seguir patrones alimenticios saludables, que incluyan una variedad de nutrientes y una selección de alimentos en proporciones adecuadas. “Un plan equilibrado y personalizado los ayudará a controlar sus niveles de glucosa en sangre, así como a mantener un peso saludable y prevenir complicaciones”, plantea la licenciada María Sol Rey (MN 9134), coordinadora de Nutrición del ICBA Instituto Cardiovascular.
Entre las recomendaciones figura el control de la cantidad y calidad de hidratos de carbono priorizando los de bajo índice glucémico; y consumir frutas, verduras, legumbres y cereales integrales para aumentar así el consumo de fibra. También es importante incluir agua como bebida principal y limitar los productos ultraprocesados y el alcohol. Por otra parte, es beneficioso el consumo de grasas saludables como las que provienen de aceites de oliva, frutos secos y pescados ricos en omega-3, ya que junto con la fibra ayudan a mejorar la función vascular, los niveles de presión arterial y colesterol.
“Todos los casos requieren un seguimiento continuo para generar herramientas prácticas que los ayuden a mantener sus glucemias y evitar la progresión de complicaciones asociadas al mal control, como neuropatías e insuficiencia renal. En aquellos pacientes que requieren tratamiento con insulina, adicionalmente se debe minimizar el riesgo de hipoglucemia. Frente a esto, existe la posibilidad de implementar el sistema de conteo de hidratos de carbono. Este método permite estimar la cantidad de hidratos de carbono que planea comer el paciente y calcular la correcta dosis de insulina que se necesita para esa ingesta. Su implementación requiere de educación alimentaria intensiva y permite mayor flexibilidad en la selección y variedad”, detalla.
Una pérdida de peso entre un 3 al 7 por ciento mejora la glucemia y otros factores de riesgo cardiovasculares en los pacientes con sobrepeso u obesidad. Las pérdidas de peso mayores y sostenidas generalmente otorgan aún más beneficios, hasta la posibilidad, en algunos casos, de remisión de la diabetes tipo 2. “El mantenimiento de la pérdida de peso puede ser un desafío. La elaboración de un plan de alimentación individualizado es uno de los pilares fundamentales del tratamiento, y junto con la actividad física, las claves para lograr el adecuado control metabólico. Es importante que las intervenciones nutricionales se adapten a cada persona y sean flexibles para su implementación. Esto permite generar hábitos saludables a largo plazo”, agrega la licenciada en Nutrición.
El rol de las enfermeras educadoras
En la planificación de una atención integral de la diabetes, hoy cumplen un papel clave las enfermeras educadoras, quienes se encargan de capacitar a los pacientes para que comprendan y controlen su condición de manera efectiva. Además, promueven buenos hábitos en sus entornos familiares y facilitan la coordinación con otros especialistas. “Su rol es integral en el tratamiento y prevención, fomentando la autonomía del paciente y mejorando su calidad de vida“, explica la licenciada Susana Juani, encargada de Enfermería y educación de la Clínica de Diabetes del ICBA.
La tarea educativa apunta a brindar información útil sobre la naturaleza de la diabetes, los efectos de la enfermedad, y cómo realizar el automanejo, incluyendo el control de los niveles de glucosa en sangre, la administración de insulina y otros medicamentos. Además, por ejemplo, cuando un paciente empieza a usar un dispositivo que no conoce -como un infusor de insulina o un dispositivo de monitoreo continuo de glucosa- se le brinda una capacitación específica. También se trabaja en la planificación de un cuidado personalizado y se brinda apoyo emocional.
El propósito es garantizar la adherencia de los pacientes, para que no discontinúen sus tratamientos por falta de motivación o simplemente, por desconocimiento. La interacción con la enfermera educadora permite desmitificar conceptos erróneos, establecer metas alcanzables, ajustar el tratamiento de ser necesario e identificar obstáculos para solucionarlos a tiempo.
“La enfermera educadora en diabetes es un punto central de comunicación, asegurándose de que todos los miembros del equipo multidisciplinario estén alineados y que la información sobre el estado del paciente y su tratamiento sea compartida de manera oportuna y precisa. Cuando un paciente pasa de la internación a la atención ambulatoria (o viceversa), la enfermera educadora facilita el intercambio fluido de información entre los equipos que lo atienden en ambos contextos. Esto garantiza que el plan de manejo de la diabetes sea continuo y consistente, evitando errores o discontinuidades en el tratamiento”, concluye la licenciada Juani.